¿Crees que ya lo has probado todo en la cama? Espera a que te hablemos de cuerdas, velas y órdenes susurradas al oído. Si te va el sexo hot con un toque de locura, entra, que esto te va a volar la cabeza.
Sí, juego. Porque el BDSM no va solo de cosas «raras» ni de dolor sin sentido. Va de placer, roles, adrenalina y conexión. Y si estás en una relación gay (o simplemente te gustan los tíos), esto puede abrirte puertas que ni sabías que existían.
¿Qué es el BDSM y por qué engancha tanto?
El BDSM agrupa prácticas donde el poder, el control, la entrega y las sensaciones intensas se convierten en parte del sexo. Bondage, dominación, sumisión, disciplina, sadismo y masoquismo… todo eso entra en el juego. ¿Suena fuerte? Puede serlo. Pero también puede ser suave, sensual y hasta íntimo. Todo depende de ti y de con quién estés.
Lo importante aquí es que todo se habla antes y todo es consensuado.
Y eso es precisamente lo que lo hace tan excitante: sabes que es un juego, pero se siente increíblemente real.
Dominante, sumiso o switch: ¿qué te pone?
¿Te gusta tomar el control? Prueba siendo dominante. ¿Prefieres que te guíen, que te manden, que jueguen contigo ? Entonces lo tuyo es el rol de sumiso.
¿Te van las dos cosas? Enhorabuena, eres switch, y vas a disfrutar por partida doble. Esto no va de actuar como alguien que no eres. Se trata de descubrir partes de ti que quizá no sueles mostrar en el sexo «normal». Y lo mejor es cuando encuentras a alguien que quiere jugar el mismo juego que tú.
Juguetes eróticos
No son obligatorios, pero si te atreves, los juguetes pueden subir la temperatura. Aquí algunos básicos para empezar:
- Plugs anales: ideales para el calentamiento. Algunos vibran, otros simplemente hacen su trabajo en silencio.
- Látigos y paletas: ese puntito de dolor placentero que activa el cuerpo y la mente ¿Nunca te ha picado la curiosidad de dar (o recibir) unos azotes bien dados?
- Cuerdas: el bondage es crear tensión, deseo y anticipación. Y visualmente… es brutal.
- Velas: la cera caliente (especial para BDSM, nada de las del salón) puede despertar zonas de tu piel que ni sabías que tenías.
- Y ojo, siempre con lubricante. No hay nada menos hot que el malestar por no usar algo tan básico. Prueba con sabores, efecto frío, calor… lo que te dé más morbo.
Comunicación = sexo más hot
El BDSM no es solo físico. Lo más sexy es la confianza. Hablad antes. ¿Qué os pone? ¿Qué no? ¿Hasta dónde queréis llegar? Y no olvidéis acordar una palabra de seguridad. Puede ser «rojo», «piña» o lo que os apetezca. Sirve para parar el juego si algo ya no te va. Usarla no te hace menos sexy, te hace más listo.
¿Y si estás en pareja? Muchos piensan que el BDSM es solo para polvos esporádicos, pero la verdad es que puede darle un giro brutal al sexo en pareja. Jugar con los roles, los límites y la entrega puede reavivar la chispa como pocas cosas. No necesitas una mazmorra ni gastarte un dineral. Solo hace falta curiosidad, confianza y creatividad.
En definitiva… probar el BDSM en una relación gay es decirle «sí» a una parte de ti que quiere más. Más placer, más juego, más conexión. Empieza poco a poco, escucha a tu cuerpo, habla con tu compañero y déjate llevar. Y si no te convence, no pasa nada. Pero si te pone… entonces abre esa puerta y cruza con ganas. Porque cuando el deseo se encuentra con la libertad, pueden pasar cosas muy, muy hot.